viernes, 18 de abril de 2014

Diario viaje a Cuba 2001


                    

                   DIA 1  16 DE AGOSTO


Son las 9.12 de la mañana y estoy en el AVE dirección a Madrid, donde cogeremos el avión sobre las 4 y media aproximadamente dirección a La Habana.

Iremos a un país donde no sabemos lo que nos espera, un viaje rumbo a la aventura caribeña.

La tarde anterior llené dos maletas: una con los efectos personales propios para el viaje en sí, y la otra cargada de medicamentos, golosinas, cuadernos, con sus respectivos lápices, gomas y demás, todo eso para dárselos a los más necesitados. En la otra maleta, lo imprescindible cuando se va al trópico: loción antimosquitos, crema protectora solar, gorras… Yo ya conocí el Caribe otra vez, en 1.998, precisamente después de separarme de mi mujer.

Ahora, repito viaje a otro país, precisamente a Cuba, y curiosamente después de otro fracaso sentimental con una novia a la que quise mucho.

Espero que este viaje me sirva para despejarme, para olvidarme de estos malos momentos por los que estoy pasando, para desintoxicarme entrando en la aventura de un país que me tiene intrigado: cada cual me han contado una versión distinta, unas positivas y otras un tanto desalentadoras, aunque uno va prevenido que se va a encontrar un país pobre, con dictadura socialista: con sus problemas de combustible, la presencia de enfermedades, la idiosincrasia del cubano queriéndote sacar los dólares, el clima sofocante, la mentalidad abierta de su gente, su folklore….

Son las 15.03 horas y estamos sobrevolando en un avión de la compañía AIR-EUROPA. Nos ha tocado en la parte trasera del avión, así el ruido del motor es mayor.

En la terminal del aeropuerto, antes de entrar en el avión, conocimos a una mujer mayor de origen cubano con la que entablamos larga conversación y les caímos simpáticos: nos dio hasta la dirección de su casa, allí en La Habana. Ella nos contó su versión como cubana y se abrió a contarnos todas las dudas que tenìamos porque habíamos oído versiones de todo tipo. Ella nos aclaró que con el trato de la persona se veía si se iba a aprovechar de ti: que gente mala y buena hay en todas partes del mundo.

Antes de partir, nos tomamos un refrigerio en la terminal: unos batidos con un bocadillo por si nos daban poca cosa en el avión. Curiosamente nos encontramos en el embalaje a una chica que iba sola y era de Granada. Ella iba a quedar allí con un amigo que era mecánico (segùn su versión).

En definitiva, que segùn lo que he oído nos quedan unas diez horas de vuelo aproximadamente, y creo que se nos va a notar algo de cansancio, pero no porque nos hallamos levantado temprano ni por el tiempo en el avión, sino por el cambio de hora.

Nota curiosa: son las 15.25 horas y todavía no nos han dado nada por boca: solo una toallita húmeda y una chica vendiendo auriculares para la radio, pero a mi me bastan con los que me han dado en el AVE. Por fin, sobre las 16.00 h vamos a probar algo de bocado al final.

Aterrizamos a las 18.00 horas aproximadamente (hora de Cuba) y pasamos en el aeropuerto por unas cabinas para enseñar los pasaportes y el visado. Eran de mencionar el aspecto serio del guardia. Después nos abrieron una puerta de acceso a la cinta de las maletas que por lo visto era automática. Tardamos, la verdad, un poco màs porque la única que faltaba era la mía, que se entregó una de las últimas. El guía del autobús nos dijo que otro dia tardaban el doble. Mientras las esperábamos, había un hombre de color que estaba recogiendo los carros portamaletas, y exigía un dólar por entregar un carro (¡qué bárbaro!) Después, el del autobús, cuando me vio con un macuto, al cargarlo en el maletero, me comentó que si no le importaba dármelo, que su hija lo necesitaba. Después a los dos botones que nos subieron las maletas, hubo que darles un dólar de propina a cada uno. Eso para empezar el día.

Bajamos, una vez ordenada nuestra ropa, a la conserjería a avisar a nuestros familiares de que habíamos llegado. Una vez allí cambiamos los billetes grandes. Contratamos el servicio de caja fuerte y llamé al teléfono a recepción. No tenìa tono: ladeé la cama, y el cajetìn del teléfono estaba arrancado de la pared y desconectada la clavija, la conecté a continuación y pude llamar. Vino un señor y dijo que tenìa que cambiar la puerta, no tardó ni dos minutos en colocarla, le di las gracias y se quedó estático. Le pregunté qué pasaba y me dijo que le diera una propina con toda la cara del mundo. Me quedé helado. Bajamos después al chiringuito y habìa una negrita cantando fatal y cuatro monos tomando copas. Optamos por dar un paseo alrededor del hotel para tomar el aire, y nada menos salir, se nos acercaron dos chicos preguntándonos si queríamos un taxi y que nos llevarían a un sitio de "chicas".

Más adelante en el paseo, otros dos contando historias raras de que podían indicarte sitios de ambiente y nos podíamos ahorrar dólares. Al final, hartos, nos recogimos en el hotel porque estábamos mareados de escuchar historias y de aguantar a los “saca dólares” de turno.

Nota curiosa: cuando entramos en el comedor a cenar, nos comunica la cajera que no tenìamos contratada media pensión. Después de una llamada de teléfono, nos dicen que dicha pensión empieza el dia 18: una mala jugada del de la agencia. En fin, buenas noches porque son aquí las 23.26 horas y en España estàn durmiendo hace horas.


                  DIA 2  17 DE AGOSTO


Nos levantamos a las 7.30 horas porque no podíamos ya conciliar el sueño. Desayunamos y cogimos un taxi dirección al centro de La Habana.

Fuimos directamente a la Catedral, pero era demasiado temprano para abrir y dimos un paseo por el puerto contemplando los monumentos. Paramos después a descansar en un parque y se nos acercó un hombre cubano que decía vender puros. Mostró buenos modos: nos hizo ver que le caían muy bien los sevillanos, y nos vendió de contrabando 
vendió de contrabando dirigiéndose a una cajita chica de puros. Nos enseñó después la capital y los sitios típicos y al final nos acompañó a un "paladar" que decía resultar económico. Comimos por 3.400 pesetas la mar de bien: dos langostas, arroz con frijoles, dos platos de ensalada y plátano frito con dos cervezas y refresco. 

El hombre mostró buenos modos y aceptamos. Nos dijo que era cocinero del hotel y nos iba a presentar a dos chicas por la noche, ya que habìa fiesta en la piscina del hotel y nos iba a salir gratis la cena, excepto las bebidas. Eso me lo creí poco. Indiferentemente de que nos haya engañado en ese aspecto, hemos visitado sitios por una propina que le dimos al final de 3 dólares cada uno. Gracias a èl hemos comido barato y nos ha enseñado la capital.

Por la noche vimos una fiesta caribeña con pase de modelos al pie de la piscina. Allì conocimos a un mexicano que nos dio muchos consejos. Habìa dejado a la mujer en la habitación durmiendo y se vino a la fiesta. Al final, cambiamos como casi todos los días, los billetes grandes en recepción.

Como me temía, allí no conocìan al hombre que nos enseñó la capital por la mañana: no existía ningún cocinero con ese nombre que nos dijo: nos habìa engañado, pero eso es lo de menos. Pasamos al final un rato divertido y ameno.

                   DIA 3  18 DE AGOSTO


Nos levantamos temprano, pero la noche anterior me tomé una pastilla para dormir porque con este cambio de horario tenìa el cuerpo de un “zombi”. Desayunamos a las 9.00 horas y decidimos ir este dia a las playas del Este, concretamente a la de Santa Marìa.

Antes, nos pasamos por el supermercado cerca del hotel por si nos podíamos comprar unos bocadillos para almorzar màs barato. Temíamos que en el camino, como la otra noche, se nos cruzara alguno que otro para darnos la vara con historias ofertándote servicios. Afortunadamente no hubo nadie. Seguramente eso ya es solo por la noche. Llegamos a la entrada del súper y habìa un montón de gente agolpada en la verja de la entrada de este. Yo le dije a mi compañero que entráramos aprovechando nuestra condición de turistas. La abrieron para dejar entrar un coche y aprovechamos ese momento para colarnos. Un policía que estaba en la puerta nos llamó y le comenté que íbamos a comprar. El me dijo que habìa un corte de fluido eléctrico y no se sabía cuándo iba a tardar en arreglarse. Se encontraba un chiringuito dentro y le comentamos que íbamos a tomar un refresco para hacer tiempo. Entonces accedió y nos dejó pasar.

Nos sentamos allí tomando nuestra coca-cola, que por lo visto la fabricaban allí y estaba también muy buena. Tenìamos cerca una cubana ya viejecita que habìa allí muy pocos sitios para abastecer carne y allí vendían todo tipo: cerdo, pollo, ternera, etc.…, pero habìa muchos esperando en la verja desde las 5 de la mañana también para comprar huesos para hacer un caldo del puchero.

En un momento de la conversación, se oyó un timbre, y como si se tratara del primer dia de las rebajas, entró de golpe un montón de gente corriendo a coger sus carros. Era patético.

Nos fuimos después de que nos envolvieran los bocadillos: dos para cada uno. Uno era de salchicha con ketchup y otro de jamón york y queso.

Nos dirigimos al hotel y de camino contratamos la excursión de Pinar del Río para el lunes dia 20.

Salimos del hotel y dimos unas vueltas buscando un taxi económico para ir a la playa. En uno chiringuito que tenìa forma de huevo y era amarillo (se llama cocotaxi) nos pedían 20 dólares. En otro que por lo visto disponía de aire acondicionado, 22. No llegamos a un acuerdo en rebajar el precio y alejándonos de allì, nos avisa el hombre diciéndonos que nos lo dejaba en 20, pero que ganaba poco con eso ya que era un taxi del estado. Al llegar a la playa y pagar los 20 dólares, como hacen otros, nos comenta si le podíamos dar alguna ayuda más. Yo le comenté si tenia niños. El me dijo que 4 nietos. Entonces le di algunos cuadernos y lápices, boligrafos, caramelos y quedó contento. 

Al llegar nos pusimos cerca de un chiringuito allì, nos dimos un baño cada uno una vez para no dejar los macutos solos. Después nos pusimos a comer los bocadillos y pedimos dos cervezas.

El agua estaba calentita y corría una leve brisa fresca cuando habìa nubes que amenazaban tormenta, pero después se disipó todo. Estuvimos allì hasta las 6 y cogimos otro taxi por el mismo precio.

En el camino de regreso hacia el hotel, tuvo el taxista que dar mucho rodeo al cortar la avenida del Malecón por Carnavales. Nos metimos por calles de edificios patéticos derruidos por el salitre, casi ruinosos, con gente viviendo dentro.

Al salir de aquel barrio empezó el coche a pegar tirones y se ahogó. Todo eso unido a que escuchaba un ruido de la parte trasera como si estuviese una pieza suelta en el motor. Después de varios intentos de arrancar, pegó un aceleròn y continuamos. Al rato siguió pegando tirones: el hombre comentó que la gasolina estaba mala. Temí que nos tenìamos que apear del vehículo por avería. Al rato, dio tres o cuatro intentos de arrancar y con el correspondiente aceleròn se puso de nuevo en marcha y aguantó hasta que pudimos divisar el hotel como a 200 metros. En ese instante empezó otra vez a pegar tirones y a base de estos movimientos, nos dejó enfrente del hotel. Nos pidió disculpas el taxista y que si no nos importaba bajarnos allì en vez de en la misma puerta. Yo no le di mas vueltas y nos apeamos allí mismo. Le di gracias a Dios porque aguantara el coche hasta el hotel. El hombre paró el coche y lo empezó a mirar. Lo mismo, el hotel llega a estar un poco màs lejos y tenemos que hacer el resto del camino a pie.

Al llegar a recepción llamé a mi madre y no habló màs de cuatro minutos y me “clavaron” 18 dólares. Por un lado quise ahorrar gastos de comida llevándome bocadillos y ahora me asaltan el bolsillo. El resto de la tarde hasta las nueve que fuimos a cenar, estuvimos en la habitación aseándonos y yo ordenando mis cosas: por un lado las medicinas que quedaban por donar, por otro, la ropa usada y por otro, los cuadernos, lápices, cuentos en una casete…

Guardé en la caja fuerte (que por lo visto estaba màs dura que el alcoyano y rezo porque no se nos averíe otra vez sino le voy a tener que dar otra propina al saca-dólares de turno) el recibo de la excursión del lunes y aproveché para coger màs dinero ya que me habìan desplumado por el teléfono.

Ya por la noche dimos una vuelta por los alrededores del hotel para ir buscando de camino una tienda de compras y un cajero automático. Se nos acercó uno, como siempre, y le dimos larga. Decidimos adentrarnos en el hotel Melià Habana que estaba al lado: un gran hotel, con su amplio suelo casi de ensueño, su snack-bar de categoría con sillas de mimbre, su pequeño museo interior con
fotografías de Fidel Castro y Che Guevara en los tiempos de antaño.
Después accedimos a la piscina y era de ensueño también: una amplísima rodeada de palmeras con su invernadero de plantas y algún que otro papagayo. El agua era màs limpia y menos caldosa que en el que nos alojábamos. Hasta tenìa socorrista.

Al salir de allì descubrimos un hipermercado cerrado y vimos precios económicos, pero al final nos dimos cuenta de un cartel allí anunciador: solo podían acceder a èl diplomáticos, diputados, gente de la policía….

Paramos al final en la piscina de nuestro hotel porque todavía era muy temprano y después nos recogimos.

                DIA 4  19 DE AGOSTO

ESTE DIA DECIDIMOS QUE LO IBAMOS A TENER DE RELAX Y A NO GASTAR MUCHO.

EN PRIMER LUGAR, NOS PUSIMOS EL BAÑADOR, Y CON TODA NATURALIDAD Y FRESCURA NOS DIRIGIMOS AL HOTEL MELIA POR LA MAÑANA Y NOS DIMOS UN BAÑO EN SU PISCINA COMO SI ESTUVIESEMOS ALOJADOS EN EL. ANTES, NOS HIZIMOS UNAS FOTOS EN EL JARDIN INTERIOR Y NOS ACERCAMOS POR LA TIENDA DE PUROS A LA VEZ QUE VIMOS EL PRECIO DE LAS MUÑEQUITAS DE BARRO CUBANAS QUE ESTABAN EXPUESTAS EN LA VITRINA.

¡AH! SE ME OLVIDABA: ANTES NOS PASAMOS POR EL MISMO SUPERMERCADO QUE EL DIA ANTERIOR Y COMPRAMOS CHOPED Y LATAS DE REFRESCO, PAN Y ALGUNA CONSERVA DE CABALLA. LAS METIMOS EN EL MACUTO PARA PODER ENTRARLAS EN EL HOTEL Y LO PUSIMOS EN LA NEVERA DE LA HABITACION, PARA QUE ESTUVIERAN FRESQUITAAS A MEDIODIA PARA PODER COMER.

POR LA TARDE, NOS FUIMOS OTRA VEZ A LA PISCINA Y NOS DIMOS UNA VUELTA PARA VER LA ZONA COMERCIAL Y DESTACABAN LOS SUNTUOSOS PALACETES Y CASAS Y APARTAMENTOS DE DIVERSOS COLORES Y AUTÈNTICAS FACTORIAS (UN PUEBLO DE AMERICA MAS O MENOS EN COMPARACION). DESPUES, ACCEDIMOS, AL HOTEL COMODORO PORQUE QUERIAMOS ENTERARNOS DEL HORARIO DE SU DISCOTECA.

CONTINUAMOS RUMBO A LA PLAYA. ALLI NOS QUEDAMOS PARA VER LA PUESTA DE SOL. HABIA UNA CHICA SENTADA EN UNA ROCA CON UNA PAREJA AL
LADO, Y QUE NO NOS APARTABA LA MIRADA. DESPUÉS SE NOS ACERCO A CONVERSAR Y CONTÓ QUE ESTABA CON UNOS AMIGOS QUE ERAN NOVIOS., Y QUE ESTABAN COGIENDO CANGREJOS. NOS PREGUNTO COMO A TODO EL MUNDO, EN QUÈ HOTEL NOS ALOJÀBAMOS. NOS DIJO QUE VIVÍA CERCA DE ALLÍ PASANDO EL SUPERMERCADO.

DESPUÉS, POR LA NOCHE ÍBAMOS A DAR UNA VUELTA POR LA PISCINA PERO EMPEZÒ A CAER UNA TORMENTA Y DECIDIMOS GUARDAR FUERZAS YA QUE AL DÍA SIGUIENTE NOS TENÌAMOS QUE LEVANTAR TEMPRANO PARA IR A LA EXCURSIÓN DE PINAR DEL RÍO.

                 DIA 5  20 DE AGOSTO


Nos levantamos a las 7 de la mañana y entramos a desayunar a y media. La excursión estaba programada para las ocho y el autocar se encajó en el hotel a las ocho y media pasadas.

Hicimos parada primero en el valle de Viñales, concretamente en un hotel, donde desde su piscina se divisaba todo el entorno natural. Después nos dirigimos para visitar la Cueva del Indio. Nos montamos en una barca e hicimos un entretenido recorrido hasta desembocar a otro sitio paradisíaco. Allí había puestos de venta y un hombre moliendo caña para extraer su jugo y vendérselo al turista por un dólar. Almorzamos en un restaurante de allí para continuar la visita al Mural de la Prehistoria: una pintura moderna que se hizo en los años 60 sobre una montaña rocosa con dibujos emularndo aquella época.
Después visitamos la fábrica de licores de guayabita, donde vimos al estilo tradicional y antiguo, el embotellado, etiquetado y fermentación del fruto con alcohol. Continuamos con la fábrica de puros que como la anterior, al estilo tradicional, se reliaba el puro y se metía en cajas.
Habìa por lo menos 20 o 30 mujeres reliando puros. Alguna que otra pedía una propina como siempre.

Después de salir de la factoría, le dije al chofer si me podía abrir la puerta del autobús para coger el macuto. Dentro tenìa varios cuadernos, lápices, gomas y demás cosas para los niños. Primero se lo di a una mujer de color preguntándole antes si tenìa niños. Camino del autocar vi una casa con familia de cuatro niños y decidí regalar el resto. Era indescriptible la cara de satisfacción del padre y las criaturas.

El viaje de vuelta al hotel se me hizo muy pesado, seguramente por el cansancio de la caminata.

El resto del día hasta la noche nos quedamos en el hotel ya que cayó otro aguacero.

                    DIA 6  21 DE AGOSTO


Desayunamos a las ocho y media. Nos acercamos al supermercado sobre las nueve, pero era demasiado temprano, ya que abrían sobre las 10. Había como el otro día, un montón de coches aparcados esperando a que abriera y un policía advirtiendo a màs de uno que no podía dejar este estacionado allí, pero màs de uno no hacía puñetero caso. Decidimos que en vez de esperar diéramos una vuelta o paseo por los alrededores, y nos dirigimos a esa iglesia o cúpula que se veía desde las ventanas del hall del hotel y que desde hace días me dio por visitar.

Como siempre, en el camino de ida, los clásicos: el que te ofrece puros, y en la entrada de la iglesia, un chaval queriendo entablar conversación conmigo y preguntándote si éramos españoles y de dónde.

Nosotros emprendimos camino hasta entrar en dicho lugar y no echamos ni cuenta. Estaba como todos, para intentar sacarte dólares a lo mejor contándote la historia del edificio. Realmente, la iglesia por dentro estaba muy bien conservada. De hecho, estaban dos chicos subidos en un andamio restaurando una de las pinturas de una de los arcos. A la entrada vimos un cartel de cáritas y pregunté a una mujer si podía entregar allí la ropa que traía y demás enseres: 2 cuadernos, un cuento y algunos lápices que se me olvidaron meter en el macuto el dia anterior que estaban en el cajón del escritorio de la habitación. La mujer dijo que no había problema: ella se lo entregaría al párroco de la iglesia para repartir.

De allí, nos dirigimos al supermercado y alejándonos de la iglesia salio el “moscón” de la entrada a vernos marchar. Hicimos nuestras compras: compramos una fruta que se llama “mamey” que nos dijo el policía de allí del establecimiento que estaba muy rica. La vigilancia dentro del recinto era atosigante, fuera de lo común: dos policías vigilando y dando vueltas y otro a la salida que te pide el ticket de compras y te mira en las bolsas si es realmente lo que llevas. Uno de ellos, cuando estaba en una de las calles curioseaba lo que llevaba de momento en el carro: ¡increíble!

Después entramos la compra en la habitación y nos dirigimos a la entrada del hotel Meliá para acceder a la piscina, pero nos detuvimos a ver unas muñequitas de barro que habìa en unas vitrinas. Había un guardia allí y le preguntamos que quién vendía eso. Nos lo montamos muy mal, porque a raíz de eso nos pregunto si nos alojábamos en el hotel. Le dijimos que no pero que íbamos a la piscina a ver si veíamos unos amigos. El dijo que no habìa problema, que habláramos con el encargado y nos daría un par de toallas.

Caminamos para adelante y no hicimos caso dirigiéndonos a las tumbonas como el otro dia.

Al rato, viene el socorrista de la piscina preguntándonos si habíamos hablado con el custodio (así se llamaba el vigilante en Cuba).: le dijimos que si. Tuvimos que firmar un papel poniendo nuestro nombre y nos dijo que cuando nos trajera las toallas eran 10 dólares el servicio. Nos salio mal la jugada. Aparte, el dia tampoco invitaba mucho al baño: nublado, con aire

El resto del dia nos quedamos en la habitación del hotel y en la piscina de este dándonos unos ratos de relax.

                  DIA 7  22 DE AGOSTO

Dia de poca mención. Por la mañana, después del desayuno, nos acercamos al citado supermercado porque en el solar de este habìa una cabina con dos señoritas que vendían fichas de teléfono. Compre una de 20 dólares y allí mismo, en un teléfono llame a mis padres, ya que por la tarde podía ser allí por la noche.

Después, nos dirigimos a la iglesia porque llevaba en el macuto, lo que me sobro de cuadernos y lápices del dia anterior, y ropa usada de mujer que me había dado una compañera. Nos encajamos alli, y hablé con la mujer del día anterior y esta me dijo que la acompañara porque iba a localizar al párroco. Este señor me rexibió muy bien y me contó que había estado en la época de la feria de Sevilla y me pidió que si me hacía el favor de mandarle unas cartas para unos colegas de alli, en vez de echarlas por correo, ya que seguro que llegan antes. Hicimos unas fotos allí dentro y fuera y después por la tarde nos quedamos en la piscina del hotel.

A la noche, dimos una vuelta para ver donde estaba la discoteca Habana club que se encontraba por allí cerca. Hablamos con un vigilante de por allí que nos contó que el ambiente empezaba sobre las 11. Después de una charla larga y tendida sobre el precio de los alquileres, que eran sobre los 30 dólares diarios (precio de un dólar: 193 Pts), nos acompaño a la salida y nos presento a una negrita que nos saludo e inmediatamente se arrimo a mi y me dio la mano. Yo me quede un poco cortado. Mi compañero la ignoro porque aquello no lo veía muy normal, la verdad. Ella me dijo que no podía entrar en la discoteca como no fuera acompañada por un turista. Nos dijo que no habìa ningún problema porque ella tenia los cinco dólares que valía la entrada pero aquello no nos pareciò de buena ley.Le pedí a ella que aguardara un momento y consulte la situación con mi amigo: a este no le parecía muy bien gastarse 5 dólares sin consumicion y para que al final no le gustara el local. Aparte, podía toda la noche arrimarse la chica a mi para sacarme los dólares invitándole a una copa. Decidimos al final recogernos.

                   DIA 8  23 DE AGOSTO

Nos levantamos sobre las nueve, desayunamos sobre y media. Teníamos pensado desde el dia anterior hacer una excursión en un autocar por dos dólares al centro de La Habana hasta la Torre del Moro, que es donde no habíamos ido todavía.

Cuando llego el chofer del autocar, nos comunico que no podía pasar el autocar por el túnel para llegar a la torre: estaban de reforma. Entonces, nos dejaba antes, y tendríamos que coger otro coche para ir a la citada torre.

Eso no nos convino, así que propuse darnos una escapadita a alguna playa de por allí, ya que la del hotel no era muy idónea para el baño, debido a su rocosidad. Nos pasamos antes por el hotel Melia a ver si veíamos al vendedor de las muñecas de la vitrina en la entrada, pero nada, no hubo suerte. La verdad que no íbamos a perder toda la mañana esperando a que viniera. Dimos un paseo a ver si veíamos un taxi pirata y negociamos el precio.

Un hombre de unos 30 años nos llamó de lejos y nos preguntó casualmente si queríamos coger un taxi. Le propuse que nos llevara a una playa cercana y con arena fina con un chiringuito cerca.

El nos dijo que no habìa ningún problema, que nos llevaba y esperaba allí para traernos a la vuelta. No nos cobro nada en la ida: nos dijo que en la vuelta le abonáramos. Concretamos un precio de 20 dólares, el mismo precio que costaba un taxi solo la ida. Nos metimos en un chevrolet color celeste, una autentica reliquia, pero
el “cacharro” tiraba muy bien. El hombre, como la mayoría de los cubanos, era muy charlatán. Contó su película, nos pregunto como todos, donde y cuanto tiempo llevábamos allí. Nos dejo en la playa y quedamos con el a una hora determinada: sobre las 6 de la tarde, que ya nos recogería. No nos cobro nada y confió en nuestra palabra para estar allí.

Aquella playa era muy bonita y se llamaba Bucaranao, de cubanos con alguna roca que otra, pero el resto, de arena fina, como nosotros queríamos, con palmeritas, cocoteros, que por lo visto, subió un chico para cogernos unos cuantos cocos para él y nos ofrecio uno y nos bebimos el líquido de dentro que por lo visto, no estaba dulce.

Allí entablamos en la misma sombra de la palmera, conversación con un matrimonio cubano que estaba con su hija mayor. Contamos nuestras versiones de cada país como era normal. Nos ofrecieron además un poco de refresco de coca cola con algo de ron.

Sobre la una de la tarde comimos en el chiringuito previniendo que mas tarde podría estar lleno. Aun así, solo encontramos una mesa. Nos pusieron de menú dos cervezas marca “Cristal” que era la más popular de Cuba y dos platos grandes con dos chuletones de cerdo guarnecidos con arroz.

Después, sobre las cuatro y media estábamos allí sentados en un tronco de palmera y se nos acerco el taxista. Estaba poniéndose muy nublado y estaban cayendo algunos relámpagos. Estuvimos un rato de charla y se marcho después a esperarnos. Al rato decidimos irnos a coger el taxi, ya que se estaba poniendo el día feo.

El hombre nos recomendó por el camino algunos sitios de por aquella zona que podíamos visitar como el acuario o Expo-Cuba: un invernadero de plantas y aves exóticas, pero para mañana. Le indicamos que ya nos lo pensaríamos. El nos dijo que estaría en el mismo sitio con el coche.

¡Ah! se me olvidaba: otra tontería de esta gente: fui a recepción a cambiar un billete de 100 dólares, me lo miraron de todas maneras para ver si era legal y encima me obligaron a firmar un papel. Yo le indique a la recepcionista que esta era la cuarta vez que cambiaba un billete grande y esto no me lo hablan hecho nunca. Y la “capulla” me dice encima que soy un “indisciplinado” (como se diría en su lenguaje, pero se entiende). Hay cosas que te sacan de quicio.

Aquella noche conocimos a dos chicas cubanas y quede con una de ella para ir a la piscina al día siguiente.


                DÍA 9  24 DE AGOSTO


Reanudamos la marcha sobre las 10 y nos dirigimos al hotel Meliá donde estaban las muñecas, pero no estaba el encargado. Nos dijo un guardia que estaba nada más que los fines de semana. La verdad es que el hombre tendría mucho negocio y no podía abrir entre semana.

Por allí, cuando salimos del hotel estaba esperándonos el taxista de ayer que nos llevo a la playa. Yo habìa quedado de ayer con la chica a las 12 en la piscina, pero mi amigo me recomendò que ese tipo de “tías” iba a sacarte las pelas y después, las tenias que invitar a comer allí.

Charlando con el taxista decidimos que nos llevara al jardín botánico de Cuba. Estaba un poco más allá de la playa de ayer. Llegamos y esperamos unos 5 minutos en la entrada y nos recogió una “gua gua” o tren chico para hacernos un recorrido por toda la vegetación del parque:

Habìa àrboles hasta de origen canadiense, pájaros multicolores e hicimos una parada de un cuarto de hora para presenciar algunos saltos de agua en un lago con flores y árboles de hojas amarillas cuyo nombre desconozco y otras especies exuberantes: una parada para gozar del hábitat vemos! Mereció la pena.

Hicimos otro recorrido viendo otras especies, que por lo visto llevábamos nuestra guía.

De allí, entramos un poco en la zona de los pabellones y buscamos dos o tres sitios tratando de encontrar una cerveza bien fría, ya que nuestra sed era insaciable, caía un calor insoportable y nos queríamos sentar en un sitio fresquito.

Los que vimos eran sitios caros. Al final, nos la tomamos en una venta de carretera y muy a gusto. Después, nos llevo a un paladar y nos comimos dos langostas con otro plato de arroz con jamón y una ensalada. De postre, un flan y un plato chico con plátano deshilado con miel acompañado de queso blanco. Estaba muy rico. En verdad, probamos un poco de los dos porque el flan era casero y también estaba para chuparse los dedos.

El salón donde comimos tenía su hilo musical, su lámpara de techo como las de un palacio, y aparte en una habitación solos. En realidad, estaba todo bueno. Nos costo 6000 pesetas el almuerzo por persona, si tenemos en cuenta que los dos invitamos al taxista a un plato de comida. Al final de la jornada, a la hora de pagarle reconoció que lo habíamos invitado y nos quiso cobrar menos.

Con dos o tres cervezas y la comida, la verdad, echaba de menos una buena siesta, pero nos acompaño al súper para que viéramos las botellas de ron y los precios, para más tarde dejarlos en el hotel, arreglarnos y partir hacia el acuario, ya que el hombre nos esperaría después.

En la entrada vimos que cobraban muy barato para el cubano: concretamente 1 dólar, pero para el extranjero le costaba 5 dólares, o sea, muy abusivo. Así que, considerando que habìa tres o cuatro peces y el espectáculo de delfines se habìa suspendido temporalmente, acordamos no entrar al final. El taxista nos sugirió que podíamos tomar una copa y jugar a una partida de billar en un sitio cerca de allí.

Así fue y matamos el tiempo jugando alguna partidita que otra.

El resto de la tarde, nos quedamos en la habitación del hotel descansando y relajándonos ya que llevábamos desde las 11 de la mañana haciendo marcha, y al dia siguiente nos esperaba otra excursión: Guamá, y nos tenìamos que levantar a las 7 de la mañana y nos esperaba un dia largo.

               DIA 10  25 DE AGOSTO


Nos levantamos a las 7 de la mañana y desayunamos para coger el autobús rumbo a Guama. Esta vez tardo solo 10 minutos de retraso. Al principio hubo problemas porque vino otra empresa de excursiones (Cubanatur), y tenìamos nuestros nombres en ella y habíamos contratado la excursión.

Hablaron los dos señores de ambas empresas y al final se soluciono el asunto.


Montamos en el autocar, que por lo visto era de menos lujo que el dia de Viñales, aunque con el aire acondicionado se estaba bien. Recogieron gente de otros hoteles de la zona de la habana: hotel Nacional y Melia Habana.


Emprendimos camino e hicimos una breve parada en el restaurante donde después íbamos a almorzar. En el encargaríamos los menús, que eran a elegir entre pollo asado o con queso, carne de cerdo, aparte de las guarniciones comunes de allí: arroz con frijoles (que le llamaban moros y cristianos), repollo con pepino…


Entramos después en una zona de naranjos, y posteriormente en una extensión de kilómetros y kilómetros de zona cenagosa y de algo pantanoso, lugar habitual donde tienen el hábitat los cocodrilos.

Concretamente, nuestro primer itinerario fue un criadero de cocodrilos: se veían algunos, tumbados en el fango, otros con media cabeza asomada en el agua, pero al final no vimos a ninguno zambullirse en ella.

En la entrada, habìa un señor que en una especie de mini-rancho cogiò uno de mediana edad rodeándole una soga por la boca para que no mordiera y se la ponía a los turistas en el cuello para que se hicieran una foto con él a cambio de la propina de un dólar.

Allì nos montamos en una lancha, y por espacio de un cuarto de hora nos dimos un paseo por la laguna hasta entrar en un poblado indio con chozas hechas de hojas de palmera, con esculturas hechas de piedra representando al indio en sus labores cotidianas: pesca, caza de cocodrilos, agricultura,… Este poblado ya no estaba rodeado de indios, sino de

gente dedicada a trabajos de artesanía como tejer un sombrero hecho de hoja de platanera, figuras de barro, etc.…

Volvimos en lancha y nos dirigimos al criadero para almorzar en el restaurante donde habíamos hecho la reserva. Se llamaba “Pio Cua” Era una especie de cabaña grande con techo de hojas de palmera y ventiladores de techo.
De allí nos dirigimos a un jardín botánico donde habìa especies de animales y plantas autóctonas que habitaban la isla de Cuba. Allì compre una semilla de planta de unas flores amarillas muy bonitas y nos tomamos de camino una piña colada autentica que por lo visto sabia a gloria. De allí rumbo al hotel con una duración de dos horas de viaje haciendo una breve parada de descanso en una venta en la carretera.

En el camino de ida, tuvo que parar el autocar unos cinco minutos y fue al mirar el chófer porque habìa notado un ruido raro en el motor: son cosas que pasan de vez en cuando en esta isla. Igualmente ocurrió con el taxista aquel que nos condujo al hotel desde la playa.

Por la noche nos dimos una vuelta e hicimos una visita al hotel que estaba enfrente del nuestro: NOVOTEL, un hall muy lujoso y una animación constante en su interior. Se trataba de una fiesta particular en un gran salón y baile típico de la tierra en el lado de la piscina. De Allì nos dirigimos al hotel Comodoro, concretamente a su discoteca. Allì camino de ella, se arrimo una negrita a mi amigo y mas adelante otra a mi porque no podían entrar en ella como no fueran acompañadas de un turista., Ese día era fiesta de carnaval y valía la entrada 10 dólares, y para colmo, no tenias derecho a consumación. A mi no me apetecía entrar en esas condiciones y se lo hice saber a la chica. Un hombre nos vendió unas invitaciones que por el mismo precio tenias derecho a una botella de ron con cuatro cocacolas, al entrar el portero dijo que no las admitía por lo que nos devolvió este el importe.

Nos fuimos de allí y dimos una vuelta por los apartamentos y preguntamos a un guardia por un lugar de ambiente. Mientras estábamos hablando con el conocimos a dos hombres que por lo visto eran de Córdoba. Entablamos amistad y pagamos un taxi entre los cuatro y nos fuimos a la discoteca de La Marina de Hemingway donde por 6 dólares tenias barra libre toda la noche.

Allì en la cola se nos arrimaron unas chicas para pedirnos que entráramos con ellas porque tenían que ir acompañadas para tener acceso. Allì prácticamente en todas las discotecas las chicas cubanas no pueden entrar a no ser que vayan acompañadas de un turista.
Estuvimos para colmo una hora en la cola casi para poder acceder. Allì entable conversación con una chica blanca con la que tenia que entrar. Era rubia, delgada y con los ojos negros. Después de una espera, entramos en otro lugar dentro donde tuvimos que esperar otro tanto para sacar la entrada. Allì nos pusieron una pulsera en la mano derecha y entramos para esperar otro poco para pedir la primera consumicion. Fue algo tan denigrante que al que mas paciencia tenia le hacia saltar los nervios.

Estuve charlando con la chica largo y tendido, bailamos, entablamos algo de empatia y nos sentamos todos con nuestras, en teoría, parejas. Cuando estábamos, las parejas de ellos se fueron y la chica que estaba conmigo empezó a sentirse rara. Tenía que ir a comprar tabaco y la acompañe. En el camino me dijo que todos los chicos que venían allí iban a lo mismo, o sea, a pagarles y después a acostarse con ellas, y que solían pagar hasta 60 dólares. Si quería seguir con ella, tenia que pagarle eso. Yo le dije que no tenía esas intenciones y que solo pretendía tomar una copa con ella y bailar. Entonces me dijo que tenia que buscar a otro porque no podía perder el tiempo y era su trabajo, así que me despedí de ella. Volví con los compañeros y se los comente. Ellos me contaron que también le habìan pedido esos dólares por seguir con ellas y que a ese rollo no íbamos a jugar. Nos estuvimos allí en la terraza de la discoteca hasta que a las 4 de la mañana nos recogimos.

                  DIA 11  26 DE AGOSTO


Este dia cogimos un taxi por la mañana y sugerí que visitáramos en la Habana el Capitolio: un edificio majestuoso, replica del de la Casa Blanca con una gran escalinata. Allí en los alrededores entregue la ropa usada que me quedaba a unas mujeres.

Dentro del Capitolio habìa 2 entradas, una el museo de 3 dólares y
otro de 1 dólar para pasear dentro de los salones. Accedimos a la de los salones. Allì en Cuba, al turista le cobraban la entrada más cara. Al cubano le cobraban en pesos y le salía como es lógico más económico.

Después nos tomamos una cerveza adentrándonos en una de las calles cerca del edificio y como siempre, nos salían los clásicos que nos querían vender los puros, el ron y otra cosa más. Pasamos casualmente cerca de “La Floridita”, pero nos adentramos en un callejón lleno de comercios donde comimos en un bar aparentemente limpio y de buena vista. Vimos los precios y nos pareciò barato. Antes de pedir el menú, el camarero empezó con una “retahíla” de cosas por si queríamos comer otra cosa mas, incluso a mediados de la comida quería a la fuerza que nos tomáramos un ron hasta que al final desistimos y le dijimos uno de nosotros que no tenìamos mucha plata, como se dice allì.

De allì, nos encaminamos a La Plaza de Armas, a un parque muy bonito. Allì preguntamos por un sitio barato porque queríamos probar el famoso mojito cubano. Después dimos con una pequeña vuelta por el paseo marítimo para después recogernos.

Por la noche nos fuimos a un bar de ambiente pasando el supermercado cerca del hotel y después nos recogimos.

               DIA 12  27 DE AGOSTO


Este dia nos lo íbamos a tomar un poco de relax. Fuimos al supermercado que tenìamos cerca del hotel para llamar por teléfono, comprar algunas latas de cerveza y refresco para guardarlas en el frigorífico de la habitación. Al salir del hotel nos encontramos al taxista del otro dia. No nos lo esperábamos. Le contamos que habíamos conocido a dos paisanos y que íbamos a irnos con ellos por la mañana.

Efectivamente quedamos el dia anterior y nos fuimos a la piscina del hotel suyo que era el Comodoro. Era una piscina artificial con agua de mar separada de un muro y un trozo le habìan echado arena para emular a una pequeña playa.

Allí estuvimos toda la mañana, incluso probamos el menú de buffet que habìa en ese hotel, que por lo visto mejoraba lo anterior que habíamos probado en el hotel donde nos alojábamos.


Después nos volvimos a la piscina, y nos entro una “morriña” que decidimos irnos al hotel y descansar una siesta para aguantar la juerga nocturna, ya que no tendríamos prisa en levantarnos: el avión no saldría hasta las 8 de la tarde hora de allí.

Por la noche, después de comer nos dirigimos al hotel Comodoro donde estaban alojados los cordobeses. Estuvimos bastante tiempo pensando dónde íbamos a salir hasta que al final dimos una vuelta alrededor del hotel Novotel, y vimos un espectáculo caribeño con unas guapas chicas que nos amenizaron unos tres cuartos de hora mientras que me tomaba mi daikiri.

Después al salir del hotel, nos dirigimos otra vez al Comodoro y nos salio un chico, que según nos contó, era hijo de un medico, y nos ofreció chicas bonitas como el decía, y nos alquilaba encima una casa justamente enfrente de donde nos encontrábamos en ese preciso instante: eran todos mini palacetes, o sea, la zona rica de la ciudad. Nosotros pasamos de aquella proposición. Al momento se nos pegaron otros dos para hablar con nosotros y al final de la conversación nos propusieron que les invitásemos a unas copas en el bar que tenìamos detrás. Ya mi amigo se enojo y le dijo que si no se iban llamaría a la policía. De repente, se alejaron de nosotros y solo quedo un chaval con la bicicleta que se alejo dirigiéndose a otro de los bancos para charlar con uno de los cordobeses que estaban allí. También se dirigió una chica de las que estaban con ellos. Al rato vino otro chaval con muy buenos modos y sin animo de molestar, se dirigió uno de los policías que vinieron en esos momentos y lo llamo para charlar a solas con el. Cuando al rato vino, nos dijo que le habìan echado una multa de siete pesos por acercarse a un turista, cosa denigrante, y más al que menos culpa tenía: los habìa habido mas pesados.

Al final de la caminata nos dirigimos a la entrada de la discoteca Habana club junto al Comodoro, y se nos acercó una chica a cada uno de nosotros, pero al bajarse dos de un coche, nos pidieron que les acompañáramos para entrar, les pararon dos policías y seguramente les echaron la clásica multa. El hecho que observamos es que se montaron dos, e incluso tres chicas en un coche para así evitarse en el camino el encuentro con algún policía, y si nos montábamos con ellas y nos venían bajarnos a todos del coche, ya la cosa cambiaria.

Aquí la multa, me comento una de las que se habìa zafado de los gendarmes, era de unos 100 o 200 pesos cubanos, algo mas discriminatorio si comparamos con la que le echaron al chaval anteriormente.

A raíz de esto, sin convencernos de que se pagaran 5 dólares sin derecho a consumación, nos recomendò un vigilante por aquellos alrededores de que habìa otra discoteca cerca de allí también, pero habìa que coger un taxi y se pagaban 7 dólares con barra libre toda la noche. Eso nos convenció más. Se llamaba Copa cabana.

Cuando entramos allí, era gloria: su buen ambiente, su aire acondicionado que echábamos de menos el otro dia….

Allí, como en la otra discoteca, estábamos en el mismo plan: se nos acercaban unas chicas o nos acercábamos a ellas y al cuarto de hora de conversación sacaban ya a relucir los precios como siempre. El resto de la noche bailando, haciendo un recorrido por el local, pusieron hasta un karaoke y pasando de esos malos rollos.

En conclusión, al parecer, todas las chicas se prostituían y a un alto precio, a veces por la necesidad y otros por una educación liberal y abierta que le habìan inculcado a lo mejor desde pequeña.

                 DÍA 13  28 DE AGOSTO


Nos levantamos temprano para la hora en que nos recogimos, pero no habìa mas remedio, ya que habìa que arreglar el equipaje. Incluso estando allí golpeo la camarera, la puerta de la habitación y entro a continuación dándose un susto: no nos esperaba. Nosotros le dijimos que nos iban a recoger temprano, ya que la oficina de Iberojet, al llamar yo a ultima hora, nos comunico que deberíamos de esperar en recepción a partir de las 12.30 horas. Algo increíble, ya que el avión no vendría hasta las 8 de la tarde. Estuvimos en la habitación hasta la una y media, ya que el de recepción nos dijo que nos avisaría a la habitación.

Pasado un tiempo, nos bajamos pensando que a lo mejor se les habìa pasado el recado. No me fiaba de aquella gente: me lo creía todo. Después nos enteramos (esto seria sobre las dos de la tarde) de que no habìa llegado el autocar.

Estuvimos esperando allí en el hall hasta las 3 y como tenia hambre pedí una cerveza con un sándwich de pollo y lechuga para aguantar. En ese preciso instante, cuando me estaban preparando el sándwich vino una negrita preguntando por nuestros nombres ¡que casualidad! Yo le dije que me habìan hecho esperar desde las 12.30 horas y que podía haber almorzado perfectamente en el hotel y que una vez que me estaban preparando algo, de comida, era injusto irnos ya. Ella dijo que no habìa ningún problema. Me envolvieron el citado manjar en un papel y me lo comí dentro del autocar. La negrita nos comento que me habìan dado una mala información y que no hacia falta esperar desde muy temprano. Si llego a tener allí un libro de reclamaciones lo relleno de arriba a abajo.

Allí, en el aeropuerto, los tramites de rigor: facturación con unos tres cuartos de hora de retraso, sellado de pasaporte, charla con el policía aduanero y escaneo de bultos.

Mientras esperábamos el avión cayo una gran tormenta y tenia el techo del aeropuerto filtraciones de goteras (algo dentro de la normalidad en esta isla).

El avión salio con algo de retraso ya que faltaba algún pasajero despistado de última hora. Tardamos menos horas en llegar a Madrid que en la ida. Llegamos a la capital de España sobre las 12 de la mañana hora española, facturamos, aduana, y demás hasta que cogimos el taxi hasta Atocha. Allí tomamos unas tapas hasta la llegada del AVE a las 4 de la tarde. Llegamos a Sevilla sobre las 6 y media.

                                                                           MIGUEL ANGEL


                                                                                 








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