domingo, 20 de abril de 2014

Diario excursión a Cortegana y Almonaster 27-Marzo-2005


                         27- Marzo- 2005


Llegamos a Cortegana sobre las 11 y media de la mañana, y nuestra visita obligada era el Castillo, así que cogimos esa cuesta tan elevada y en muy mal estado, y accedimos al monumento.

Hacia un clima algo fresco y con nubosidad abundante y algún tímido rayo de sol que quería romper esa mañana bastante gris.
El Castillo esta situado en lo algo de un cerro de 745 metros de altura desde donde se domina una amplia panorámica de toda la villa de Cortegana. A su lado se encuentra la ermita de Santa Maria del Castillo: en ese momento estaba cerrada, pero por una puerta trasera pudimos entrar y a través de unas rejas observamos la patrona del pueblo, la Virgen de la Piedad.

El Castillo es una enorme fortaleza del siglo XIII que conserva cuatro torres y parte de las murallas. Se halla en buen estado de conservación debido a restauraciones recientes , de hecho, al salir del recinto observamos un cartel que anunciaba que la barbacana estaba en restauración.

En el interior del monumento se encuentra un museo con piezas arqueológicas, muestras de artesanía y mobiliario de época. Debió ser construido por el rey Sancho IV el Bravo, como parte de la 
llamada “Banda Gallega”, línea defensiva paralela a la frontera portuguesa, ya que existió una gran disputa sobre las fronteras de ambos reinos.

Consta de dos sectores: una primera muralla defensiva, la barbacana, en restauración como se dijo anteriormente, y el castillo propiamente dicho con su patio de armas y el alcázar, flanqueados por seis torres.

La palabra “Cortegana” no tiene claro su origen, pero según los estudiosos, en la loma que une los cerros del Castillo y Santa Bárbara se asentó la “corticana” romana, debido a la abundancia en la zona de alcornoque y su corteza, el corcho.

En la época árabe aparecía con el nombre de “Cartsana” referido por el geógrafo árabe del siglo XIII Himyari. En la época cristiana aparece ya con el nombre de Cortegana.

Después del Castillo, dejando allí los coches, decidimos dar una vuelta por el pueblo cogiendo la calle del mismo nombre hacia abajo y haciendo visita a la Iglesia del Divino Salvador del siglo XVI, aprovechando su apertura para el culto. Es de estilo mudéjar y gótico en su parte en el altar. En su interior pudimos ver tres pulpitos de hierro, elaborados por artistas locales. El retablo estaba muy bien conservado, al igual que la mayoría de sus pinturas. Comienza su construcción en 1586. Estilísticamente responde al gusto renacentista. Llama poderosamente la atención la mezcla de estilos: mudéjar, gótico y renacentista.

En cuanto a imágenes, destacan la Inmaculada, obra anónima del siglo XVIII, y la Virgen de los Dolores, obra de Rafael Barbero de 1950. Destaca también el órgano, obra de Juan de Douzte, de Bilbao.

De la Iglesia, aprovechamos y visitamos el Casino que lo teníamos en la misma plaza para tomarnos un vino dulce.

Del casino, siguiendo calle abajo, accedimos a otra plaza que era antes la del Ayuntamiento, para después pasar a ver la gran fachada del Gran Teatro Capitol.

Sobre las 2 de la tarde pasamos por el restaurante Los Peroles, y como primeros platos típicos, sugerí a los compañeros de viaje, el picadillo de “culantro (cilantro) y los gurumelos en salsa. Para continuar, no podía faltar una parte del cerdo ibérico: carrilladas y castañuelas, acompañadas con una ración de jamón serrano pata negra, marca de la tierra. De postre, por sugerencia mía, pidieron algunos la deliciosa tarta de galletas.

Al salir del restaurante, y para bajar un poco la comida, hicimos algunos de nosotros la escalada a pie hacia el castillo para coger los coches y continuar ruta hacia Almonaster la Real.

Dejamos el coche en la entrada y tomamos un café. Luego, tomamos dirección centro divisando a lo lejos, en aquel montículo, la Torre de la Mezquita.
En primer lugar, dimos con la Iglesia de San Martín del siglo XIV, que estaba cerrada. En su torre posaba una cigüeña con su nido.

Mas adelante, sin darnos cuenta apenas, llegamos hacia la pequeña cuesta que conducía a la conocida Mezquita: parecía que la aparente lejanía que se divisaba al principio del pueblo, se fue disipando. Accedimos a través de una pequeña puerta de una verja. Su entrada era al aire libre, sin puerta que la protegiera ni nada: solo la cancela de fuera la custodiaba.

La Mezquita es probablemente del siglo X, de una construcción irregular hecha de ladrillo y piedra cantera. La sala de oración tiene cinco naves. En las propias rocas se esculpió un diminuto patiecillo. En la esquina noreste se halla una pila muy grande. En la sala de oración se descubrieron 16 sepulcros sin fecha.

En fin, es un edificio del siglo X levantado sobre restos visigodos y romanos.

Al lado de la Mezquita se encontraba una de las dos plazas de toros de la localidad, que data del siglo XIX.

Almonaster debe su origen a un vocablo árabe Al-munia, nombre por el que se conocía hasta que paso a la corona castellana. En el valle donde hoy se asienta la población pudo existir un poblado romano, de hecho se han encontrado diversos objetos.

A la bajada de la Mezquita pudimos respirar ese aire tranquilo de una población como Almonaster, como casi todas del entorno, con sus calles empedradas y con alguna imagen de la virgen o algún santo incrustada en la pared de alguna casa.




                                                                             MIGUEL ANGEL


                                                                                                                            Marzo 2005







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