jueves, 17 de abril de 2014

Diario excursión a Osuna Ene. 2005


             Sevilla, 9 de enero de 2005


Llegamos a Osuna sobre las 11 y cuarto de la mañana. Antes habíamos desayunado un poco. Aunque llevaba documentación suficiente aportada por internet, pedí un plano en la Oficina de Turismo y nos encaminamos por una calle cuesta arriba a la Real Colegiata de los duques de Osuna, después de dejar los coches en la Plaza Mayor.


Esperamos unos minutos en la puerta del citado monumento, ya que debía de juntarse un grupo mínimo de diez personas. Nos atendió en el interior una señora de pelo corto con un cigarro en la mano, que
nos vendió un pack de 4 euros que incluía la visita a la Colegiata y al Monasterio de la Orden de Clausura que se encontraba al lado calle abajo. Ella seria la que nos serviría de guía durante la visita.

Hablando de la Colegiata, empezamos admirando lienzos de José Rivera: uno de ellos, el del Cristo habìa estado hace poco en periodo de restauración en Sevilla capital.

En la capilla de la Inmaculada hay un Cristo que tiene fama de milagroso. Se encontraban entre el grupo de visita unos estudiantes que le ofrecieron un ramo de flores. El Cristo es chico, obra de Juan de Mesa, replica del que sale aquí en Semana Santa en la Hermandad de los Estudiantes.

Después pasamos a una estatua de una virgen que alojaba en su pecho una portañuela donde se suponía que se guardaba el cáliz. De aquí, a un órgano antiquísimo que poseía dos grandes fuelles, pero que le habìan adaptado corriente eléctrica. La guía nos deleito con una pieza musican con el mismo. El gran órgano se encontraba en la puerta trasera, por cierto muy precaria en sus afueras por el gamberrismo: se iba a proponer vallar la Colegiata para evitar el deterioro por quienes no tienen el más mínimo sentido de civismo y cultura.

Haciendo un paréntesis, nos explicaban algunas anécdotas entre rusos y españoles mientras que veíamos el sarcófago de los duques:

Para los rusos, en aquellos tiempos, los españoles éramos unos pobres y miserables. Una vez, el duque sabiendo de la fama, dejo caer unos pequeños diamantes al suelo. Un ruso le advirtió que se le habìan caído y el no vacilo en contestarle que eran los piojos de los españoles.

El duque de Osuna termino arruinado. Su sarcófago se lo tuvieron que pagar.

Siguiendo con la explicación del monumento, debajo de la cripta se encuentra una catedral en miniatura: es la más chica de Europa. Destacaba una virgen de alabastro anónima y otra pintada abrazando a Cristo, también obra anónima. Llamaba la atención las manos llenas de ternura de la virgen acariciando su faz.

Pasando al patio interior podemos decir que es de estilo plateresco. Ha estado como veinte años cerrado. Hay unos frescos que lo restauraron ya que se pintaron de cal encima para desinfectarlos de la epidemia del siglo XIX. Una técnica moderna ha hecho posible visualizar las pinturas tapadas de la pared.

En resumen, la Colegiata tiene tres estilos: renacentista, barroco como el altar, y plateresco.

Osuna es un pueblo con historia: con los turdetanos, recibe el nombre de Urso, que significa “oso”. Por eso tiene en el escudo de la ciudad una representación con dos osos. Es, según José Maria de
Mena, el más antiguo de España. La brillantez de su pasado ya queda reflejada también en el Convento de la Encarnación.

Este lo visitamos después sobre la una de la tarde. Es de monjas mercedarias. Es de clausura. Tiene puertas del siglo XVII.

La verdad es que nuestra guía, una hermana del convento, tenía poca idea de lo que nos contaba, y además, nos lo relato todo de corrido, sin detenerse en los detalles y explicaciones.

Entrando en detalles, la capilla es de columnas salomónicas, y el altar es barroco. En una de las habitaciones de su museo hay una estatua de la virgen del Pilar y de San Miguel del siglo XVIII.

En el patio interior habìa azulejos de la vía crucis y unos mas bajos que representaban escenas de caza.

En otro solar, se ubicaba una capilla donde escuchaban misa a través de las rejas, y por una ventana se recibía la comunión. Curioso. Destacaban allí una virgen de la Merced cuyo manto estaba bordado por las monjas. También una sillería donada por un virrey de Nápoles, según la guía.


En otra habitación, un cuadro de un discípulo de Murillo y la virgen patrona de los presos. Hay un pelicano de plata con tres polluelos que daba de beber de su pecho cuando no tienen alimento, símbolo del amor a Cristo.


Hay un hueso del dedo de San Lorenzo debajo de una cruz. En una escalera hay una copia de Valdés Leal, donde estaban representados los siete pecados capitales. Otra habitación del Museo es de niños Jesús: uno de cera, otro pastor napolitano, acostado en la cruz, y otro acostado en cera. Algunos cuadros de miniatura de allí son donados por los duques de Osuna que tuvieron una hija de monja en el convento.


Ah! en el convento habìa dos hermanas de Kenia, siete colombianas y quince españolas. La guía que nos explico aquello era colombiana.


Después de la interesante y amena mañana nos detuvimos a tomar un vino en el Mesón del Duque, y de allí sacamos nuestro picnic en el parque que se encontraba un poco calle mas arriba.
Después de la opulenta comida tomamos un refrigerio en la cafeterìa Guadalupe metida en un patio interior.

El camarero nos recomendò para aprovechar el tiempo, que visitáramos un hotel que era un antiguo palacio. En la planta alta, un montón de confortables sofás con mesas de madera llenas de folletos de información de poblaciones de alrededor: parecía aquello una oficina de Información y Turismo.

Nos sentamos a continuación en el patio interior que se encontraba al lado de la recepción y nos tomamos un licor para deleitarnos con el lugar.


Me fui sobre las 6 de la tarde, ya que tenia que entrar a trabajar de noche y sintiendo mucho no poder continuar la visita que se antojaba atractiva. Todavía quedaba mucho que ver.





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