miércoles, 23 de abril de 2014

martes, 22 de abril de 2014

Diario Ruta Julio 2010


                DIA PRIMERO  30 DE JUNIO


Partimos de Sevilla a las 7 de la mañana y paramos a desayunar pasando Córdoba en un área de servicio.

Con dirección a Valdepeñas por la N-4 , tomamos la desviación de Moral de Calatrava y llegamos a Almagro a las 12 de la mañana. Dejamos el coche cerca de la Plaza Mayor y recorrimos esta contemplando los balcones verdes de sus casas con soportales.

Al entrar en los museos nos indicaron que ya habían quitado el bono de hace algunos años que te incluía 3 accesos a monumentos: al final vimos el museo del Teatro con 3 plantas muy bien documentado.
A la salida, nos tomamos un refrigerio en un bar de la citada plaza para seguir ruta hacia el próximo destino. Me llamó la atención de que habían quitado una fuente sita en este lugar. En esos días estaban preparando unos escenarios para actuaciones musicales.


A la una y media de la tarde, mirando mucho nuestro mapa de ruta, y preguntándole a los aldeanos (se encontraba todo muy mal indicado), llegamos a Argamasilla de Alba. En la misma entrada del pueblo volvimos a preguntar, esta vez a una pareja de la Guardia Civil el camino para llegar al castillo y la presa. Me indicó dirección a Laguna de Ruidera.


Antes de llegar al castillo de Peñarroya paramos en una arboleda al lado de un riachuelo y aprovechamos para almorzar. El citado lugar estaba a unos 10 kilómetros de la población.


Llegando pudimos contemplar la enorme muralla y fortaleza. Su interior estaba hueco. Detrás, el agua verde del pantano con un paisaje frondoso y espectacular.


No eran todavía las 4 de la tarde para acceder a la entrada de la ermita, pero teníamos que aprovechar la tarde para enlazar con Belmonte.

Llegamos a la citada población sobre las 5, divisando su impresionante castillo desde lejos.


A principio, entramos en la Colegiata: aquí me sorprendieron unas imágenes de San Pedro cortándole a otro una oreja. Al finalizar el recorrido, el de la taquilla nos informó que el castillo abriría a principios del mes siguiente, ya que estaba todavía en reformas. Nos tuvimos que conformar con ver su enorme silueta desde fuera.

Antes de marchar para Alarcón, nuestro próximo destino, nos tomamos un refrigerio en el bar de la piscina municipal de la localidad, ya que todas las cafeterías permanecieron cerradas en su mayoría en el mes actual.

Partimos hacia Alarcón sobre las 6 y media y como pasara con Argamasilla, todo muy mal indicado: incluso al llegar al puente del pantano un obrero nos indicó que estaba cortado por obras: nos teníamos que desviar a Tebar, coger dirección Motilla del Palancar, y después hacia Alarcón, andando más kilómetros. Llegamos a todo esto, a Alarcón sobre las 8 de la tarde por fin.

En su entrada, hay un estrecho arco de acceso a la población divisándose el gran castillo-fortaleza convertido en parador, al lado de una hoz hecha por el río Júcar. Dejamos el coche en la Plaza Mayor del Ayuntamiento sin ningún problema de señalización, como ocurre con otras poblaciones.. El hostal D. Juan lo teníamos a 50 metros: todo bien situado. Todo el recinto respiraba tranquilidad.

Ahora son las 9 de la noche y me voy a dar una ducha para dentro de un rato estirar algo las piernas, a ver que vemos de noche por aquí. La habitación está francamente bien por el precio. La ventana daba a una calle supertranquila y sin vecinos enfrente.

Nos acostamos rendidos esa noche después de comer en un asador cerca de la plaza del castillo (la broma nos costó unos 48 euros).


               DIA SEGUNDO  1 DE JULIO


Nos levantamos sobre las 9 menos cuarto de la mañana y veremos ahora si la Oficina de Turismo tiene visita guiada.

Después del desayuno estuvimos comentando aspectos del pueblo con algunos hombres que estaban en el bar. Nos comentaron que la población solía tener unos 200 habitantes y que durante el invierno se solían alcanzar los 4 o 5 grados bajo cero.

La Oficina de Turismo estaba cerrado todavía a las 10 (¡como no!) y para no esperar fuimos por nuestra cuenta a dar una vuelta a la parte de la entrada del pueblo y hacernos unas fotos con el castillo y las hoces del río en el lateral.

Cabe comentar que en la habitación, en cada mesilla de noche habían colocado como gentileza una botella chica de agua de Solán de Cabras. En realidad, la habitación estuvo bastante bien como comente antes y se pudo dormir sin los rigores del calor del verano: en la terraza del mesón donde cenamos empezó a correr algo de fresco sobre las 10 de la noche.

En este momento en que estoy reflejando estas líneas, son las 11 y veinte horas y vamos rumbo a Cuenca.

Esta ciudad se asienta sobre un accidentado paisaje en la confluencia del río Júcar y Huécar que forman su famosa hoz.

Fuimos a Información de Turismo y comimos en un bar al lado de la Catedral para hacer tiempo a que fuera su apertura sobre las 4. Antes, paseamos hasta los restos del castillo-fortaleza y muralla calle arriba y así poder apreciar el paisaje que forma el otro río Júcar, ya que antes visitamos las casas colgadas en la otra parte correspondiente a la Hoz del Huécar.  

Allí, en el puente de San Pedro nos hicimos unas cuantas fotos porque la ocasión si merecía bien la pena.

En dicho puente había una considerable altura, hecho de hierro, pero más de uno se lo pensó dos veces antes de cruzar la mitad del "susodicho".

Después del paseo del castillo entramos en la Catedral en la cual me llamaron bastante la atención las cristaleras modernas que no tenían nada que ver con las escenas de la vida de Cristo y las vírgenes que tienen otras. Aparte, que viendo la fachada del monumento me daba la sensación de una cierta modernidad. Duró la visita bastante, ya que tenia una gran riqueza ornamental.

A la salida, compramos algunos productos típicos como unas pastas y bizcochos de yogurt y continuamos calle abajo para aparecer en un puente cuyo nombre no recuerdo. Allí cogimos el autobús para conectar con el coche y coger camino de la Ciudad Encantada, ya que no eran todavía las 6 de la tarde y visitamos ya lo más selecto.

Preguntamos en la Oficina de Turismo antes el tema de alojamiento y lo que venían eran casas rurales y hoteles con unos precios muy poco alcanzables para nuestro presupuesto.

Aún así, decidimos camino del destino citado, pararnos en algún pueblo por si hubiera un hostal donde dormir.

Nos desviamos a Valdecabras. A la misma entrada y antes, pudimos contemplar un gran paraje de árboles y hoces.

Preguntamos a una señora mayor si había un hostal: ella nos indicó que el único sitio cerca era el hotel de la Ciudad Encantada. Aún así, nos comentó que en el pueblo se encontraba una mujer que alquilaba en su casa habitaciones. No muy convencidos, aceptamos verlas sin compromiso.

Era una casa de tres plantas (la de la foto de arriba)- Nos encantó el lugar y donde la citada vivienda se encontraba situada: un gran paraje lleno de naturaleza en estado puro.

Como nota curiosa, en la planta baja del edificio, en la cocina, la señora tenía 4 ó 5 gatos como estos de la imagen. La mujer nos indicó que no esperaba a nadie y que debía preparar la habitación, ocasión que aprovechamos para dar un paseo.

A lo lejos, oíamos unos ruidos de tormenta y en el camino de vuelta nos cayeron algunas gotas y nos refugiamos en un techado al lado de la vivienda desde donde estoy escribiendo estas letras. Ahora siguen sonando ruidos de tormenta y parece que ha apretado el aguacero.

Preguntamos a un vecino si sabía si mañana llovería y nos dijo que no sabía y entablando una charla con él nos comentó que un año le cayó un rayo a uno del pueblo.

Cogimos las maletas del coche que estaba en la plaza y nos hemos puesto aquí debajo de este techado para hacer tiempo hasta que estuviera lista la
habitación, por si empezaba el aguacero. La mujer se comprometió también a hacernos la cena, ya que el único restaurante estaba cerrado, ya que los dueños estaban de vacaciones.

El cielo ahora está cerrándose de nubes. Me temo que vamos a tener la noche pasada por agua. Ojala escampe para el día de mañana.

        DIA TERCERO  2 DE JULIO

Como me temía, ha sido una noche esta pasada, de tormenta y agua.

Ahora amaneció el día con cielo despejado, desayunamos en la cocina de la mujer unas tostadas y a las 9 partimos hacia la
Ciudad Encantada: tuvimos que esperar a las 10 a que abrieran. A lo largo del recorrido que duró una hora aproximadamente, observamos las clásicas formaciones de piedras que al parecer sufrieron con el paso del tiempo diversas erosiones que le han dado parecidos con animales, caras de personas y demás. Gozamos de una buena temperatura, no los rigores del calor de este tiempo.

A la salida, compramos 2 botijos para recuerdo, y preguntamos al portero el camino hacia Tragacete, que está a unos 10 kilómetros del nacimiento de río Cuervo. Este pueblo como antes, entraremos y compraremos algo para comer después durante la ruta. Ahora son las 11,55 horas.

Entramos a continuación en el Nacimiento del río
 Cuervo: dejamos el coche en un gran merendero a la entrada y accedimos a dicho nacimiento donde ya a 500 metros contemplamos los primeros saltos de agua, y a la par nos acompañaba un extenso y frondoso paraje de grandes pinos.

El recorrido fue bastante fácil y no lleno de obstáculos.

A sobre las 2 sacamos allí nuestro picnic con unos tomates y fiambre que compramos en el supermercado de Tragacete. Durante el festín, tuvimos una curiosa compañía de algún que otro pájaro como este que se acercó bastante a nuestra presencia y que cogió un mendrugo de pan que le ofrecimos.

De allí, sobre las 3 de la tarde enlazamos con Beteta y su gran hoz. Preguntamos por teléfono a la oficina de Turismo para
averiguar si había visitas a una mina cerca de allí, pero con tan mala suerte que solo se podía visitar los fines de semana. Con algo de rabia, terminamos en Molina de Aragón sobre las 5.

En Molina de Aragón, provincia de Guadalajara, sin nada que ver con la comunidad autónoma de Aragón, dejamos el coche cerca del famoso puente románico de la foto y dimos un ameno paseo al lado del río Gallo. Accediendo
por una callejuela llegamos al barrio de la judería y alguna iglesia y ermitas de la zona.

En la Oficina de Turismo nos orientaron algo más sobre la visita de la población, y nos llevamos otro chasco: la visita al castillo fue a las 4 y media la última, así que tuvimos que conformarnos con ver la enorme silueta de los dos grandes torreones y el recinto amurallado.

En la misma oficina preguntamos el tema de alojamiento ya que pensábamos hacer noche en Molina para mañana por la mañana
visitar el Monasterio de Piedra.

Miramos una de las casas rurales y el mismo dueño nos recogió en coche en la misma oficina para traernos a las afueras de la población, en un entorno natural, tranquilo y fuera de ruidos de coches.
Ya en la casa nos cogió un aguacero fuerte con tormenta, y tuvimos que esperar a que escampara algo para recoger las maletas del coche. Son las 20:10 horas y sigue lloviendo. Mañana dan las predicciones tiempo de tormenta por la zona de Guadalajara y Zaragoza. Me temo que se nos va a "aguar" el día mejor dicho.

Ahora esperaremos a las 8 y media, y esté como esté el tiempo cogeremos el coche para ir a tapear a la población.

DIA CUARTO  3 DE JULIO

Nos levantamos a las 8 y media, ya que el desayuno empezaba a las 9. Nos dirigimos al Monasterio de Piedra cerca de las 10, arriesgándonos a pesar de las predicciones de lluvia.

En el camino parecía que estaba como queriendo abrir el cielo, pero con nubes negras. Al entrar en el citado monasterio el ticket nos incluía el parque,
el centro de interpretación y
el monasterio en si.

Primero, por precaución visitamos el parque no fuera que lloviera después.

La visita no tiene palabras para describirla: magníficos saltos y torrentes de agua, mucha agua. A continuación, al lado del parque, una exposición de aves rapaces y en el Centro de Interpretación se hacía consciencia de la importancia de cuidar el planeta en el que nos encontramos, con un recorrido de la época antigua donde se exponía las fases de cría de peces autóctonas de la zona y sobre la pesca de estas especies.

Duró la visita entera, junto con el monasterio, que fue con visita guiada, cerca de 2 horas.

Un monasterio en ruinas que sufrió los devastadores efectos del paso del tiempo y la desamortización (algunas esculturas les faltaba la cabeza). Tenía su parte descubierta, sin techo, y en los interiores, al lado de lo que han acondicionado como parador de turismo, un museo con un recorrido de la vida monacal, costumbres y el proceso de elaboración del vino que tuvo el monje. Como nota curiosa, se abastecían y vendían el vino a cambio de la ropa. Solo se les permitía cuatro vasos de vino largo al día.

A la salida del monasterio, empezó a llover y salimos hacia el pueblo de Nuévalos. Aquí hicimos un pequeño recorrido con magníficas vistas de las hoces: incluso pudimos a lo lejos divisar un pájaro en la entrada de la cueva. Quizás fuera un buitre.

A la salida del pueblo nos pasamos por una tienda y nos compramos unos bocadillos y una ensalada preparada para después en un pequeño hueco al lado de la carretera reponer energías. Mientras estábamos en el almuerzo, sentimos un gran chasquido: era precisamente una camioneta a la que se le reventó la rueda. El conductor paró justamente en el lugar donde nos encontrábamos para cambiar dicha rueda. Una anécdota más. De allí sobre las 3 y media pusimos rumbo a Daroca en la que estuvimos poco tiempo: contemplando la muralla y las otras dos torres en la otra entrada de la población.

A las 6 y media partimos hacia Alcañiz con la intención de terminar con esta población en el día de hoy.

Llamé en ruta a la Oficina de Turismo para informarme del horario del castillo: la última visita era a las 7 de la tarde, así que llegamos justo de tiempo a ella.

Al salir del edificio, que era convertido también en Parador de Turismo, buscamos alojamiento y lo encontramos a la salida, ya que era muy caro en el centro.

Y desde la habitación de este hostal estoy escribiendo estas letras: mi hijo y Jorge se fueron a tapear al centro, ya que me encontraba muy cansado del viaje. Mañana ya terminaremos de visitar la población.

Hacía un calor de justicia. Ni en una de las provincias más húmedas en teoría de España se estaba bien. Menos mal que disponíamos de nuestro aire acondicionado en la habitación.

         DIA QUINTO  4 DE JULIO

Nos levantamos sobre las 9 y después de desayunar terminamos de ver Alcañiz con su excolegiata (que más que Colegiata parecía la Catedral) y camino hacia abajo desde la Plaza Mayor fuimos según indicación del de la Oficina de Turismo, a visitar la fuente de los 72 caños, con la mala suerte
que estaba acordonada por una realización de unas obras de restauración. También el de la oficina nos podría haber informado y nos hubiéramos ahorrado la caminata con ese sol pegajoso que nos acechaba.

De allí, sobre las 11 y media, ya que habíamos perdido ya bastante tiempo, encaminamos nuestro rumbo a Beceite. Hacía en Alcañiz a esa hora una temperatura de 31 grados, que para tratarse de una zona húmeda, ya era considerable.

Llegamos a Beceite, y en la entrada de la población se encontraba solitaria una pequeña casa de madera que resultaba ser la Oficina de Turismo. Aquí nos orientaron un poco sobre la ruta del río Matarraña.

Era esta ruta, según la chica de la oficina, la más visitada: empezaba con un trayecto que se podía hacer en coche y el resto, a unos 3 kilómetros y media, a pie.

Al principio del itinerario se encontraban unas piscinas naturales, y más adelante, en un cuadrilátero vallado, unas pinturas rupestres grabadas en unas rocas. 

Más adelante, varios saltos de agua, conforme íbamos adentrándonos formando las rocas unas cerradas con unas pasarelas para facilitar sus accesos, y unas aguas cristalinas verde intenso. Fantástico paisaje.

A mitad del camino paramos en la hoquedad de una roca y nos sacamos los bocadillos gigantes de jamón con tomate que nos prepararon en Beceite pueblo en un restaurante.

Antes de la vuelta de la ruta empezó el cielo a cubrirse poco a poco de nubes, y con una serie de ruidos tormentosos encadenados. Pero solo nos cayeron algunas gotas de lluvia por suerte en aquella sierra escarpada.

De allí hasta coger la carretera dirección Teruel paramos a tomarnos un refrigerio en un chiringuito al lado de la montaña con la sombra de unos árboles. Tuvimos que meternos por carreteras secundarias para no dar un rodeo, y tardamos bastante tiempo: casi 3 horas en llegar a nuestro próximo 
destino: Albarracín.
Pasamos por bastantes pueblos con sus curiosas casas de piedra e iglesias románicas. El último que yo recuerde se llamaba Cerdilla: solo nos quedaban unos 30 kilómetros para llegar a Teruel.

Ahora estoy en ruta y acabamos de ver un cartel que señala 28 Km. para Albarracín.

Son las 8 y media de la tarde y hace una temperatura de unos 26 grados.

Llegamos con buena hora a la población y nos alojamos en una habitación triple en perfectas condiciones, con aparcamiento enfrente y con una magnífica vista del casco histórico.

Después de dejar las maletas nos pasamos por una tienda de souvenir abajo bastante barata. Aquí me compré una camiseta para variar de ropa y dejar las aprovechadas anteriores. Al hombre quedé en comprarle miel al día siguiente.

Por la noche nos dirigimos a la Plaza Mayor a cenar y probé una sopa típica de ajo que me la sirvieron en una cazuela de barro con un flan casero de postre.

Por lo poco que pude apreciar de noche, era una población eminentemente medieval, o sea, 100%. Estaba prohibido ya construir allí, para no romper el encanto de la población. Era propia para grabar una película. Y si a ello le añadimos el entorno natural del que está rodeada, todavía se antoja un sitio muy atractivo y bonito para el turista.

Nos acostamos pronto, ya que la ruta del río Matarraña había hecho mella en nuestros cuerpos.

A decir verdad, dada la posición del hotel y la magnífica vista desde la ventana, nos salió bastante económico.

                 DIA SEXTO  5 DE JULIO

Nos levantamos sobre las 9. Hizo frío esa noche y dormimos bastante bien sin agobios del calor de Sevilla.

Yo me levanté antes y me fui a dar un paseo al borde del río. Ahora estoy al lado de un gran salto de agua y una típica noria, con un gran merendero y parque juntos. Me estaría todo el día aquí sentado, pero he quedado con mis compañeros de ruta que me esperaban.

De allí, a la Oficina de Turismo para que nos orientara algo. Accedimos por una calle empinada hacia el castillo, que parecía que estaba muy lejos y tardamos solo 4 minutos. La Catedral no la pudimos visitar debido a que era una visita guiada a las 12 y terminaba sobre las 2, e íbamos a perder media mañana, así que visitamos la población por nuestra cuenta accediendo después al castillo al lado del Museo Municipal de Albarracín dando un recorrido por toda su historia, con importantes yacimientos arqueológicos, importantes luchas de árabes y cristianos,… con una proyección de una película.

De allí, salimos y nos pasamos por una tienda para comprar unos tacos de queso con pan para tomar un tentempié. Calle abajo se encontraba un pintor dibujando justamente la foto que tengo encima, con las casas y la gran muralla detrás.

Después de recoger las maletas, la misma señora de la tienda de souvenir nos preparó unos bocadillos para el camino. Nuestro próximo destino era Calomarde, a unos 7 kilómetros de Albarracín, pasando el túnel. Allí, antes de acceder a la citada población, en un descanso a la izquierda de la carretera se encontraba el desfiladero del río Blanco, una magnífica cascada de 15 metros de caída que nos hizo el deleite durante bastante rato echándonos algunas fotos.  Nos encontrábamos en el nacimiento del río Tajo. Allí por desgracia perdí mis gafas de sol.

Ya en el pueblo, en un merendero cerca del Ayuntamiento nos comimos los bocadillos que nos prepararon.

De allí, sobre las 2 y media nos hicimos un buen trecho de kilómetros para dirigirnos a Alcalá del Júcar, por la carretera nacional dirección Requena.

A Alcalá del Júcar no pudimos acceder por falta de tiempo, así que decidimos dirigirnos a Riópar, nuestro próximo destino. Cogimos la Nacional 322 dirección Alcaraz y enlazaremos con Riópar ya para hacer noche allí con toda idea de visitar el parque por la mañana mejor debido al calor insoportable.

Hemos tenido que elegir este destino como mejor en comparación con Alcalá, sin menospreciar esta pintoresca población que ya habrá ocasión de visitar en otro viaje.

De todas formas, en el día de hoy nos hemos quedado con el buen sabor de boca con la visita de Albarracín y la famosa cascada de Calomarde, y por supuesto del bocadillo de mediodía.

Sobre las 8 y media llegamos a Riópar y nos alojamos en una pensión.

Por allí cerca, comimos en un mesón cerca. Después nos dimos una vuelta por el pueblo, con la sorpresa de que había un cartel en la oficina de turismo que ponía que estaban de vacaciones. ¡Increíble!

                DIA SÉPTIMO  6 DE JULIO

Nos levantamos sobre las 9, desayunamos y nos prepararon unos bocadillos para la ruta.

Preguntamos en el bar que estaba debajo de la pensión y nos dijeron que para acceder al nacimiento del río Mundo deberíamos dirigirnos dirección Siles y ya nos encontraríamos con el citado río.

Gozábamos de buena temperatura: unos 21 o 22 grados. Entramos por un desvío de 3 kilómetros y dejamos el coche en un aparcamiento preparado para el turista.

El resto de la ruta deberíamos hacerla a pie: unos 800 metros solo. Aparte, la ruta no ofreció mucha dificultad. Queríamos acceder a la Cueva de los Chorros, pero nos recomendaron que estaba restringida su visita por su peligrosidad, y aparte había que portar linternas.

Conforme nos adentrábamos en aquel paraje se iba volviendo más fresca la temperatura. Vimos los primeros saltos de agua pequeños y más adelante, una gran cascada en la que podíamos divisar más arriba en la montaña
excavada otro pequeño salto de agua que partía de sus interiores. Ya más arriba, en un segundo mirador la podíamos apreciar más de cerca. Era ya una altura bastante considerable, y eso que no subimos apenas muchos metros de camino.

Como dato a destacar, la espectacular cascada tiene 300 metros de altura.

A la salida, repostamos agua de una fuente que se encontraba en el aparcamiento, y nos fuimos a otra entrada del sendero del citado río, ya que en la explanada donde dejamos el coche no se podía sacar comida. 

Allí charlamos antes del bocadillo con unos turistas que venían de Mallorca y otros de Jaén: familiares los cuatro.

Después sobre las 2 y media de la tarde cogimos el camino de vuelta, primero dirección Villaverde de Guadalimar, Siles, La Puerta del Segura (así en este orden) para empalmar con la carretera nacional dirección Genove y Úbeda (N-322) para enlazar con Córdoba y así llegar a Sevilla. Hacía unos 34 grados de temperatura en ese momento.

                                                                     


                                                 




                                                   
                                          
MIGUEL ANGEL    

                                                           Julio 2010